lunes, 12 de noviembre de 2012

Recuerdos de mi padre


Siempre he sentido un gran respeto y admiración por mi padre, quien ya no está entre nosotros, y siendo hoy yo un hombre grande, a diario se me dibuja una sonrisa en el rostro cuando recuerdo con amor sus enseñanzas.
Viene a mi memoria una historia ridícula de la cual, por distante y agradeciendo a Dios que ello no sucediera en nuestra tierra, nos reíamos entre los años 71 al 79 de un simio con uniforme que ocupaba la primera magistratura de Uganda. Nos referíamos al dictador Idi Amin, que se caracterizó por el abuso flagrante de los derechos humanos, la represión política, la persecución étnica, los asesinatos, el nepotismo y la corrupción.
El análisis de su arribo y permanencia en el poder nos sorprendía sin explicaciones razonables, y terminábamos suponiendo, para “justificarnos”, que los gobernados serían inferiores en educación y valores morales a este subhumano no digno de respeto.
Actualmente, en nuestro país, siento con dolor que estoy teniendo alguna vivencia  similar, dado que observo con asombro que un ciudadano de nombre  Luis D’ Elia hace acerca de temas nacionales e internacionales, análisis carentes de toda lógica y razón, y todo ello independientemente de su poca claridad cuando se trata de justificar cómo y de qué viven él y su familia, aún desmintiendo cifras siderales cuando se le muestran los recibos de haberes de sus hijos.
Este simio nacional, que como tantos otros hoy día se autotitulan “dirigentes sociales”, personaje sin formación alguna que se permite opinar de cualquier tema (y que en lo personal ni siquiera puede controlar su propio peso), hace un análisis del 8N tan alejado de algún punto de contacto con lo real, que pareciera una construcción ideológica elaborada por Kafka, en uno de sus días más oscuros y luego de haber fumado porquerías.
Pero lo más curioso, o lo que a quien suscribe le cuesta más entender, es por qué los medios de información pública le dan micrófono y cámara a estos ignorantes, cuando en el país hay intelectuales interesantísimos para que nos aporten algo positivo con sus ideas.
Ustedes me van a querer explicar la Democracia, me van a acusar equivocadamente de discriminar a los negros y a los gordos, pero como a esta altura “ya nos conocemos todos”, propongo que comencemos a levantar el alicaído nivel de nuestra sociedad, dándole micrófono a quienes tengan algo importante que decir.
Finalizo volviendo al recuerdo de mi padre: viejo, disculpanos !!!!!!

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